Buffet libre


La verdad es que no imaginaba que mi vida fuera a consistir en fregar platos día tras día, una y otra vez. Me llegan en pilas, con los restos de comida aún calentitos, llenos de amor y cogiéndolos por el borde los golpeo contra el cubo de basura, bum bum. Bum bum. Así es como suenan las sobras, al caer. El latido de la gran máquina que es la ciudad. Luego les pego un manguerazo a presión pintando las paredes de losetas con grasa y salsa, chorreones que atraen a los mosquitos y bromeo con los camareros, pongo música hagamos por pasárnoslo bien, parece que bailo al fregar siempre acabo calándome hasta los cojones de todos los colores del menú y a veces sonrío, con el regusto de salpicaduras en los labios y mi risa, hijadeputa, tierna, sabe a los desechos de la gente que vino a comer.

Llego tarde todos los días pero trabajo bien, se me permite dudar cada mañana si levantarme o no, con los ojos de vuelta, después de alargar la noche más de lo que el mi cuerpo aguanta siguiendo las luces de neón sin querer volver nunca a casa, no sé qué es lo que busco si diversión o desaparecer, ¿o quizá perderme en esa pizca de amor que niego anhelar? No soy el único que viene de resaca también es típico en Marc, Silvio, Jordi o Kevin o lo mismo Andrés trae un porro hoy, nos lo fumamos en la azotea charlando mientras hablamos de lo mismo, lo único, sexo drogas y complicaciones no da tiempo a conocernos, la mitad de ellos se fueron o los echaron ya. Cuando empecé a currar le pregunté al resto de compañeros cuánto llevaban aquí y las respuestas me dieron pena, no es que esto sea Vietnam, sólo un trabajo basura que nadie quiere hacer siempre es temporal, así hasta que un día le dije a Silvio, oye, llevo tanto como tú cuando llegué. Sigo sin encontrar nada mejor.

Pero debería sentirme contento por lo logrado, ya he cumplido la mayoría de edad en número de mudanzas y al menos, este no será otro invierno en que haga flexiones al despertar, para entrar en calor. Como cuando no tenía luz ni agua para hacerme un vaso de algo loquesea caliente, que disfrutaba de cualquier bocao como sólo un muerto de hambre puede hacer. No. Ahora hasta tengo algo de dinero para viajar, en vacaciones, y visitar a los amigos que quedaron atrás o se largaron de esta ciudad, creo que apenas tendría a quién decir adiós si me volviera a marchar. A veces subo a la azotea, en los descansos, y fumando un cigarro tras otro me entretengo mirando alrededor, escribo mensajes bonitos por teléfono mientras se escucha una persiana, las oficinas se apagan y si miras hacia arriba, el restaurante es el edificio más bajo entre las ventanas anónimas que lo rodean y si buscas el cielo, entre los terrados, te encuentras con un hueco triangular, un pedacito de oscuro y vacío allí donde debía haber estrellas, un mapa primitivo, una mirada que sepa que estoy aquí o algo, no sé.

Esto es un buffet libre, lo que significa que puedes coger toda la comida que quieras te la comas o no. Si sobra se tira a la basura que le den por culo a África, también tenemos la prohibición de dar nada si vienen a pedir, eso me decían a mí hace no tanto cuando iba al cierre de los restaurantes,  me da vergüenza, ¿pero tenéis algo que os haya sobrao que no vayáis a vender? Regalar un poco de cariño te puede salir caro. Hubo una cocinera a la que el jefe tenía amargadita, entre cigarro y cigarro corría el rumor de que una vez la llamó, le dijo no te puedo echar, te debo demasiado. Pero puedo hacerte la vida imposible hasta que te largues tú. Yo tengo una hija, respondió ella. Yo tengo una hija y no me voy a despedir, ella vale más pa mí que toito to lo que tú me puedas hacer. La mujer hacía pizza de más para los empleados, cuando la pilló le cayó una buena. Fue a partir de que conseguí que Emma me metiera algún trozo en la boca, mientras trabajábamos, estoy fregando platos dame amor, tus manos huelen a perfume, ¿quieres que nos chupemos los dedos por ahí? Ay no te piques no te quiero ligar, en verdad no tengo ni hambre. Era sólo por masticar.

Me paso el día haciendo bromas y también grito, en silencio, entro al baño y me miro al espejo buscando a ver quién hay ahí. Me hablo a mí mismo enciendo un cigarro a escondidas y nunca lo termino, vaya estupidez, no sé qué decirme nadie responde y al volver a mi puesto, entre los lava vajillas, si voy fumado o aún dormido me veo envuelto entre el vapor que se escapa por las rendijas de las máquinas, escucho las aspas el roce del agua contra las paredes metálicas, un murmullo siseante proveniente como de muy al fondo y que me parece la voz de un demonio, una risilla que se le escapa al sistema, cabrón. Me siento timado estoy perdido no sé qué hacer y por entretenerme, sólo por hacer algo, escribo poemas a las compañeras guapas a la hora de salir, en el reverso de los tickets, todos de mentira. Les digo no puedo dejar de recordar tu nombre en cada momento, me despierto y acuesto pensando en ti. Deseándote, anhelando tu sabor. Quiero ahogar tu corazón haciéndote tragar mi semen junto a tu adiós. Para escribirlos pienso en esa niña que llevaba estrellas tatuadas en la espalda y ay, qué ojos de bruja gitana, cómo hacías pa conseguir que fuera romántico y ninfómano a la vez.

A veces me pregunto quién coño se encarga de la selección de personal, tengo la teoría de que puedes conocer a una persona sabiendo qué droga le va y nada más ver a Oriol, en su primer día, me dije a este le gusta la cocaína y con el italiano igual, sólo que a él le iba más el mdma. Yo tuve suerte me cogieron por enchufe, llevaba casi un año buscando algo con lo que mantenerme había sido mecanógrafo para un psicoanalista, relaciones públicas de fiestas VIP, okupa y también amigo acogido en el sofá, vendí setas alucinógenas durante un tiempo hasta que me las fui comiendo al acabarse la fiesta, perros insaciables siempre queríamos más. Repartí publicidad escribí en un blog erótico de internet, me pagaban por visitas, no por conseguir que nadie se fuera a correr. Modelo de desnudos para estudiantes de bellas artes y también camarero en un hotel, y profesor particular, hice los trabajos de una chiquilla que no conseguía aprobar y por fin encontré quien me comprase ropa robada, eso fue lo que más me gustó, pero más que en sueldo ganaba en historias que contar de fiestas por ahí. Del cuento no se saca como pa pagar la estufa hasta que un día recibí una llamada de mi amiga, oye, aquí están buscando alguien quizá te pueda enchufar.

Y así empezó todo, fue gracioso porque luego descubrí que al jefe le gustaba la chiquilla y a mí también. Cuando al tiempo lo vi ojeando currículums, siempre faltaba personal, descartaba los que tenían estudios y por qué, cómo que por qué, pues porque si pueden aspirar a algo mejor no tardarán mucho en abandonar. No es coincidencia que quienes aguantamos no tengamos a dónde volver pero sí hijos, dinero que mandar a otro país, tan fiesteros que no conseguimos avanzar o quizá dejamos los estudios a medias, dime tú, ¿te sacaste alguna carrera o qué? Claro que no se acuerda de mi currículum pero qué más da, lo dejé, a punto de terminar, filosofía y ja y ja y já se burla el muy desgraciao, tampoco te ibas a escapar muy lejos con eso me soltó lo que no sabe es que si entré aquí gracias a unas tetas no sólo conseguí el trabajo, también dormí muchas veces agarrado a ellas. Gano poco lo justo pa que mis padres me llamen desde una cabina pidiéndome dinero, no tienen ni pa comer y eso es lo que me da ánimos para turnos dobles, horas extras y nocturnas sin cobrar qué más da que al encontrarme con la encargada, en el metro, se sorprenda de que lea, sí, es un libro, se llama Todos los hermosos caballos y habla de algo salvaje, eso que sentía cuando en el patio del recreo me descalzaba y subía a los árboles eso con lo que soñaba antes de acabar usando un uniforme bien planchadito, quitándome el hierro que me cuelga de la nariz antes de salir por la puerta del vestuario, un día más.

La primera semana Noe me propuso llevarnos a medias un pastel, que a su madre le gustan un montón. No dudé mucho antes de aceptar, luego me atreví a más y ya es costumbre una vez por semana subir al almacén, cógeme un bacalao que me recuerda a mi tierra y sé que no debería, pero estamos robando el futuro confío en que no me delatarás. Aquí trabaja gente de todas partes he aprendido más de Sudamérica que en el colegio, Italia o Marruecos da igual, en cuanto a la mentalidad del filipino podría ser alienígena que lo entendería igual pero todos tenemos una cosa en común, ninguno quiere estar aquí podría jugar a contar las veces que oigo me quiero ir así que ponte música, siempre divertido, líate otro porro que tengo nuevas historias de sexo, drogas y compicaciones. Antes era más fácil pensar en el mañana, tenía con quien lo podía compartir ahora se me ha roto el futuro y no, tampoco nos iba bien bien, estoy tan zumbado como cuando ella estaba aquí sólo es que ahora no la puedo abrazar, dime Silvio tú que eres un papi chulo y tienes dos nombres distintos en tu piel, una hija en cada país, le pregunto sin delatar de quién hablo, ¿qué se supone que...? Bah, no me jodas con que la olvide sé un poco humano, los dos sabemos que estamos solos aquí no me vengas con que pase página así como así, pero ya, yo tampoco sabría qué decir.

Para mí no era sólo una compañera de trabajo, ahora cuando entro a la nevera siento frío en la mitad de mí y no sólo es porque fuera entre las berenjenas y los tomates que nos escondiéramos, aquí sí aquí, qué más da enséñame qué bragas llevas hoy me cago en la mierda, mejor no me permito pensar en ello o me lío yo solo y acabo con ganas de llorar o reírme con crueldad. No estoy cabreado, estoy triste el otro día vino una reserva, una cena organizada por una página de contactos mira Marc, míralos cargados de regalos míralos cuando les sirvas la comida, míralos a los ojos y piensa. Han venido a buscar el amor. Aquí. Me viene a la memoria una de las clientas fijas, la rubita, que cuando llega todos esperamos que Silvio mande a alguien al almacén, a por una caja de butifarras, métele carne a la chavala que le hace falta un poco de cariño, dale placer. No es broma, tiene algo de muñeca rota cuando sienta su culito encanijado en un rincón, entre todas esas mesas llenas de sobras parece mágica, deja como firma de princesita unos guantes de látex en la papelera del wc. Siempre pregunta qué nos cuesta menos de preparar porque total, padece bulimia, es sólo por masticar. Por calmar la ansiedad, el aburrimiento, no sé por qué pero siento que nos podríamos entender.

Hola usted, le digo una mañana a la encargada. Conozco esos ojos cuéntame niño, qué te has metido y no sé, ¿te hago una lista? Lo siento pero hoy no voy a rendir nada bien, anoche discutí con ella y hace media hora estaba en un parque metiéndome rallas, espera voy a escribir un sms tengo tu música puesta aquí, sabía que nos haríamos daño pero esto no es tan fácil como decir sí, Marc, es navidad vamos a los vestuarios hazte ahí unas puntitas buenas de speed que se vaya todo a arder, a menudo siento placer en hacer las cosas mal. Se me hace raro decirle esto a un colega del curro, con eso de que además de maricón eres una perra en celo se creen que nos gustamos pero es que creo eres el único amigo que tengo aquí, ¿me estaré volviendo chalao? Ya ya sé si la quiero superar irme con ella al pueblo en vacaciones no es lo mejor que puedo hacer, pero y qué, no todos los días se encuentra alguien a quien amar. Te cuento nuestra historia yo vine a esta ciudad de mierda sin conocer a nadie ella me acogió en su casa, me dejó en su habitación ahí tienes el ordenador y se fue por ahí, con otro chaval. Yo busqué quién coño era esa persona no encontré ni fotos en pelotas ni nada pero sí una mirada que no sé qué tiene pero me caló, al primer instante parecía que ya sabía quién era yo.

Y ahora se ha ido de Barcelona, la ciudad que ni salgo a ver es un retrato de su ausencia, con ella se fue un poco la cara humana la vivacidad voy de casa al trabajo del trabajo a casa, de vez en cuando salgo a solas de fiesta me pongo hasta las trancas bailo su recuerdo llamándola al móvil todo ciego, no veo nada no hay nadie aquí. No soy el principito esto no es un cuento, cuando digo que falta algo en el cielo pienso en el cenicero con forma de estrella que me dejó, me fumo las noches hasta el amanecer me viene al pene en cada paja, cuando el placer se convierte en soledad. Hola Pulgui, cómo tú por aquí, el gato se huele cuando estoy mal de amores y se va cuando dejo de hacerle caso, escribiendo mensajitos a otras sólo por follar. Ella era la única compañía mía con la que se ha quedao en la cama, al irnos a dormir. La echo de menos, así, sin florituras, sin más. Sólo de menos.

Un cuento típico

Ay, la niña... ¡Pero qué bonita era! Que vino al mundo en un parto sin dolor, a juego con el hogar en que creció. Sus papás, que tanto la querían, le regalaron una vida de ensueño donde nunca se escuchó ni una discusión, ni una regañina, ¡ni siquiera se decía no! Los compis del colegio la envidiaban tanto como se sentían incómodos a su lado, de tan perfecta que parecía. Siempre tenía la mano alzada y, para colmo, ¡la profe mandaba callar al resto de alumnos para darle la voz!... Lo que nadie sabía es que hubo una cosa, una sola, que nunca se le permitió. Lo único que se le negó, el mayor de todos sus deseos. Y quién sabe si algo habría cambiado si, en lugar del telescopio, el piano y las cortinas de princesa le hubieran concedido su ilusión... ¡Pero no, eso no podía ser! ¿Y si la arañaba, al jugar? Lo que la chiquilla quería, en fin, era un gatito. Un minino que ronroneara a su lado al dormir. Pero no. En su lugar, la cubrieron con un velo de fantasía, unas cortinas rosas que harían de ella una princesita sin apuros y así sus papás, siempre por amor, levantaron entre el mundo y ella un muro de ribetes y bordados y ya nunca, jamás, nada la podría dañar.

Sin embargo, ¡qué sorpresa les daría la niña a todos! Que por no morder la manzana prohibida, sobre ella cayó una maldición. Encerrada en la torre en que se había convertido en su habitación, cayó en la apatía y lloró, lloró y lloró. Sus papás, que todo lo hacían bien y nada entendían, con regalos y un futuro prometedor la quisieron salvar pusieron ante su hijita un piano mientras le decían, no estés triste, no te mojes con tus lágrimas pulsa aquí y aquí, si lo haces bien sonará la clave de tu felicidad. Serás una gran pianista y todas las puertas se te abrirán. ¿Pero y a ella, alguien le preguntó lo que quería ser? Tocó tocó y tocó, desesperada, llamando en el silencio de las teclas que nunca se atrevió a pulsar al gatito que la vendría a amar. ¡Un miau, la palabra mágica que del sueño eterno la podría despertar! Qué crueldad, pues su do re mi fa sol sólo era un 3, 2, 1... Adiós. Una cuenta atrás para los chicos que, bajo su ventana, jugaban a esconderse de esa niña timidita que nunca se atrevía a responder cuando, al salir de clase, le preguntaban si quería entrar con ellos a la cabina de teléfonos y charlar. Cerquita, de tú a tú.

Y así, solita y apenada, la chica pasaba las noches pegada a la ventana, ¿es que ningún felino querría trepar nunca a su castillo? Sin ronroneos y en su cama, dejaba entre silencios volar su imaginación. Cogía el telescopio que le compraron por Navidad y, donde había estrellas, los ojos de mil gatos veía ella. Los acariciaba con la imaginación y se decía que, entre todos esos guiños, alguno estaría ahí por ella. Y así fue que decidida, con ahínco e ilusión, siguió las pistas del desamor buscó en los horóscopos y el cielo exploró, en solitario, sin encontrar más que un escorpión, ¡una balanza rota! Un pez tan tonto que, contagiado del orgullo del león, un toro se creía y siquiera se le escuchaba resoplar. ¿Dónde estaba el gato, tan difícil era que ni en el cielo se dejaba atar? Empequeñecida por el dolor, en coraza se convirtió su corazón y cuando un niño de dos filas más atrás se enamoró de su pelo, ella no se lo pudo ni creer. Eso era algo que escapaba al cuento de hadas y desdicha en que el gato, ese que nunca tuvo, le peinó los brazos como un pastel de nata a tajos rajando por donde dejar salir la ansiedad, sangre o soledad, ¿maldición o enfermedad? No es que se sintiera fea, sólo quería tener el control que nunca le dejaron tener.

Creció, triste y jodida, sin que ningún miso le sacara la espinita que tenía en el corazón y en una crisis de autoestima, se hizo un piercing en la lengua queriendo gritar su identidad. Nunca he tenido voz, siempre toqué en clave de un sol que no era el mío y joder, ¡ni siquiera llevé otro peinado que aquel que me hacía mi mamá! Mimosota y cariñosa, pobrecita, había vivido una fantasía que no le correspondía nunca había disfrutado de un orgasmo el mayor acto de amor propio que hizo, a solas, fue destruir la belleza que le habían inculcado y debía ser. Se tiñó de rubia, ella sola, en casa mezcló químicos prozac y decolorante, hasta quemarse la piel en la búsqueda de su color. Que no era el rosa, las putas cortinas no podrían ocultar ahora el cuero cabelludo que le ardió todo abrasado.Y las raíces, por parches, quedaron verdes mientras otros mechones salieron blancos y desquiciada, entre llantos, se tiró del pelo viendo aterrorizada cómo se le estiraba, princesa chicle, princesa de pompa de mentira.

Años más tarde el chico del colegio le escribió, no pretendo nada, le decía. Sólo quiero decirte que fue bonito. Siempre te recordaré como mi primer amor infantil.