Gang Bang Generation

En toda historia hay siempre una chica, la guapa de la película. La princesa de la torre, la hija de tu jefe, la vicinita de al lado... 

Una chica, dos o tres. 

Bienvenidos a la Generación del Gang bang. No olviden usar protección. 

Clara 

Cincuenta y tantos años, mujer, tres hijos y un apartamento donde tirarse a otras. Él es un cabronazo y la de hoy se llama Clara. Subían en el ascensor y ese cerdo no podía resistirse a meterle mano bajo el vestido. Y además gratis. Había tenido la suerte de topar con una niña dispuesta a presenciar el apocalipsis a cambio de un poquito de atención. Clara. La chica que toca el piano, lee Dostoievski y es socia en La tienda de los suicidas. El alcohol corriendo por las venas, la excitación que se sube a la cabeza. Clara, la femme fatale que siempre sale perdiendo. Al fondo del pasillo -corredor de la muerte- la sala de torturas. La cama es un patíbulo. Cuerpos en contacto, saliva, pérdida de control... Clara, la que hace buenas felaciones. “Y entonces se la mordí”, dice Clara. “Y fuerte, creo, porque cuando pudo reaccionar me dio un bofetón, pero a mí ya me había dado tiempo a vestirme y todo”. ¿Y luego? Liberación, ganas de correr, bailar, qué sé yo...


Ana 

Quiero abrazarte, besar tus lágrimas y acostarme a tu lado; tumbarnos en el sofá , escuchar tus CDs mientras me acaricias la nuca, jugar a ser un gato y que te rías al verme ronronear. Que me agarres las manos y me pidas que no me vaya, que esta noche me quede contigo. Hablar durante toda la noche y que nos baile la lengua como sólo se suelta cuando, en fin. Cuando hay ganas de más. Me encantaría que te sientas tan cómoda junto a mí como yo al verte sonreír; no sabes cuánto me gustaría regalarte un momento libre de toda esa tristeza tuya y que luego, al amanecer, cuando se acabe el disco, irnos juntos a la cama.  Como si nos quisiéramos de verdad. Quisiera poder hacerte feliz, jugar con tu pelo y ya, por fin, deslizar mi mano hacia abajo y tocarte el culo.

A una del bus 

¿Sabes de esa sensación de querer más, más y más? Pues por seo te escribo; ni te conozco ni te quiero conocer, sólo es que te vi ahí, sentada, y pensé: no quiero bajarme del bus y ya está. Esto no es una carta de amor, ni siquiera te deseo como amante, lo que yo quiero es una adicción. ¡Un vicio! Una condena donde noche tras noche quedes atada al otro lado de la cama; que me rechaces de día y des guantazos en público, pero que me arañes en privado; dejar de lado los cariños y que hagas por humillarme, pero que te ahogues en metadona en cuanto ya no esté. Nada de amores donde el semen sabe a hipocresía, lo que yo quiero es un chute que te impida vivir sin el placer masoquista de pincharte. Que me eches de tu vida cuando me llames llorando pero que luego, cuando nos veamos, leer en tus ojos el deseo y pedirte "un beso de cianuro y carmín y mátame, mátame, mátame de amor", como dice la canción. 


C.

Quiero hacerte daño, expresar mi amor haciéndote sufrir. Quiero besarte hasta deslucir el rojo de tus labios, arrancar el olor de tu pelo, arañar tu espalda y llevarme conmigo tu piel; quiero devolverte todo mi deseo mordiéndote el coño, grabando la forma de mis dientes en tu placer. Quiero que te tiemble el pulso, que no duermas, que pierdas el hambre. Quiero que no puedas vivir conmigo ni sin mí, que te salgan estigmas allá donde te besé. Quiero pegarte guantazos, escupir en tu dignidad. Quiero odiarte hasta que ni yo mismo pueda ya quererte, necesitarte. Follarte. No puedo dejar de recordar tu nombre en cada momento; me despierto y acuesto pensando en ti, deseándote, anhelando tu sabor, y quiero ahogar tu corazón haciéndote tragar mi semen junto a tu no. Quiero que sientas lo mismo que yo. Quiero que mueras como muero yo junto ti.

1 comentario:

  1. Uau! Pero no sé si eres consciente del poder de creación que tienen las palabras, y el último ha sido intenso, muy intenso, hasta desfasarse, despelote. Me gusta.

    ResponderEliminar