El infinito entre uno y dos

No me fue del todo difícil
odiarte
pura supervivencia
la respuesta natural a tantas noches en vela
unidos tan sólo por una sábana tensa
que cubría a un nosotros
cortado en dos
cómo no vomitarte encima
todas las resacas
me preguntaba, con frío
en la mitad de mí
abrazado a la soledad
un gesto encogido, feto lastimero
aborto que sé, eso me justificaba
me dolía más a mí que
a ti

No me importó demasiado
ser cruel
sólo tuve que cerrar los ojos
dejarme llevar por la pasión
mientras nos alejábamos, hacia el filo
de la cama
desandando el camino, besándonos del revés
con ternura, con cinismo también
oliendo cada vez más lejos
nuestros labios
a través de un cigarro torcido
que compartíamos
después de nunca
como un amor del que sólo queda
humo y tos
una despedida sin fin
sin dejarnos nunca de ir
sin terminar de decir adiós

adiós

una amputación del otro
quizá el mejor placer
que nos podíamos regalar
el mejor orgasmo
al que podíamos aspirar
juntos.

1 comentario:

  1. Acabo de pensar que estaría genial leer esto a dos voces. La primera parte un hombre, la segunda una mujer, o al revés, quizá interrumpiéndose un poco de vez en cuando. Y luego, desde el "adiós", que el orgasmo suene a la vez.

    ResponderEliminar