Matrioska

Vamos a jugar a un juego. Un juego en el que vaya a tu casa, de madrugada, y charlemos hasta el amanecer. Como dos buenos amigos, sin mirarte las tetas. Como si nunca hubiéramos follado y lo único por lo que voy a verte es porque en tu salón viajo a otra realidad, a otro planeta; llamo al telefonillo, digo nuestra contraseña y tú abres una puerta dimensional, recibiéndome en algún lugar del espacio exterior con tu música, el vaso de Martini y el olor de tu salón, ese lugar en el que compruebo que efectivamente existes y tras lo cual todo encaja un poco mejor. Los colores que brillan más, levantarse con una sonrisa de felicidad, ya sabes. Esas tonterías. Juguemos a un juego en el que te digo que he echado de menos tu habitación. Practiquemos la confianza, ese juego en el que nos vamos juntos a la cama, sin que vaya a pasar nada, nos decimos, hablando mientras tanto de nuestros últimos ligues, sintiendo tu respiración cada vez más  cerca, más fuerte, al tiempo que intercambiamos una mirada en la que nuestras intenciones se encuentran y dicen la verdad; los dos sabemos qué está ocurriendo en realidad, pero sigamos jugando. Hagamos como que sólo te doy un masaje, aunque nunca sea tan sólo un masaje. Hazte la dura y recházame, como haces siempre; apártate y dime que no, que eso quedó en el pasado. Juguemos a beso, verdad o atrevimiento y atrévete a decirme que ya se te ha pasado eso de tener ganas de follarme cada vez que me ves. Dime que ahora estás con otro, que la cosa parece funcionar bien; jugaremos a que me apartes las manos de tus tetas, negando que te guste cuando note tu coño mojado tras el pantalón. Juguemos a beso o verdad y deja que me ponga encima de ti, diciendo que no y presentándome sólo la justa resistencia, la mínima para que consiga atrapar tus brazos con mis rodillas y la boca te quede a la altura de mi ombligo. Y luego no digas nada, no te sorprendas de que me la saque sin avisar y bésala, es parte del juego. Chúpamela mientras me pides con la mirada que te diga guarradas, que te tire del pelo y pegue guantazos en la cara. No te quejes, no hables, méate de miedo y borrachera y sólo quédate de rodillas mientras te niego incluso el placer de tragártelo, sacándote la polla de la boca y pajeándome hasta correrme en tu cara, acertando en un ojo sin que siquiera te diera tiempo a bajar los párpados. Luego me sentaré, con la respiración agitada. Tú dirás que te debo 5€ por hacerme de puta, que en cuanto te pague podemos dejar de jugar. Que no hace falta que siga actuando, que ya me puedo ir. Juguemos a decirnos la verdad y te diré que no, que sigo queriendo quedarme a dormir. Démonos cariño, aunque no responda a tus abrazos; intenta que abra la boca, aunque me de asco tu lengua. Juguemos a continuar con la fiesta, aunque ya me haya corrido y ahora todo me parezca asqueroso y sin sentido. Abrázame con tus piernas y pídeme con tus besos que te folle, aunque ni siquiera se me levante. No preguntes qué me pasa, no quieras más humillación. Ponte a cuatro patas y ofréceme tu sexo como un regalo abierto para mí. Dime que si me apetece te puedo dar por culo. Finge tus gemidos e insiste en que te folle como lo sé hacer, que te rompa el coño. Acepta que te lo haga sin condón, lo que sea por sentirme dentro de ti. Aunque empieces a reconocer que lo que pasa es que no tengo ganas de estar junto a ti. No te quiero, no me gustas; si te trato mal no es un juego, es que me das asco, ni se te ocurra pensar que te lo comeré. Sigue chupándomela hasta que ya no aguante más y me den ganas de llorar. Juguemos a tragarte mi polla flácida sin conseguir que me empalme, no hables más que para confesar que esto es lo peor que te he echo jamás. Lo único que hiere tu orgullo: no hacerme sentir placer. Juguemos a ese juego en el que el sexo se vuelve cruel y escúchame, sácatela de la boca que no ya no quiero ni que me la chupes y escúchame: si te he pegado y escupido y hasta rechazado es porque en quien pensaba no era en ti, sino en C.

No hay comentarios:

Publicar un comentario